viernes, 15 de octubre de 2010

martes, 10 de agosto de 2010

reservado

A veces me pregunto si realmente creo en las señales, o si sólo les presto atención y doy una cierta importancia cuando me generan una sensación agradable, cuando las siento como una marca que tiende a resignificar el destino.

Supongo que se trata nada más ni nada menos, que de entender aquello que se aparece en nuestro camino, para después buscar y encontrar una explicación coherente que nos satisfaga y cuadre casi a la perfección.

Hoy no me llamó la atención haberme subido a aquel colectivo y elegir (después de bastante vueltear), justamente ese asiento. Lo que sí me resultó asombroso, sin embargo, fue lo que justo delante mío, con letra cursiva y marcador indeleble, estaba escrito: "las almas repudian todo encierro".

Creo que ese lugar estaba reservado para mí.

sábado, 17 de julio de 2010

la caja de pandora

El ser humano es un bicho de costumbre. Así como es un ser social por naturaleza, es de costumbrista. Nos dejamos llevar por la vida, hasta que de repente, nos sacude un cambio. Si bien no siempre estamos preparados, o lo buscamos, salimos a flote. Primero en piloto automático y más adelante con una tímida primera. Afortunadamente, casi sin darnos cuenta, estamos en quinta a fondo. Una sensación de gran satisfacción nos invade, cuando miramos hacia atrás, y vemos que estamos en una nueva etapa, diferente, y que pudimos pasar el mal trago que nos costó la nueva situación. Creo que hasta nuestro ego se infla, y sentimos que fue todo motu propio, cuando en verdad fue, una vez más: la costumbre.

No obstante, y muy a nuestro pesar, a veces suceden cosas que abren nuestra caja de Pandora emocional. Y volvemos al piloto automático. Lo malo, es que no hace falta mucho para que eso suceda y, consiguientemente, nos invada un torbellino de sensaciones que no podemos poner en palabras. Una canción, una palabra, algún letrero, una calle, un autor, una frase, un chiste, un sonido, un olor, un color, una fecha son suficientes.

Es entonces, cuando esa caja de sentimientos que permaneció herméticamente sellada, aflora. Lo evitamos día tras día, pero sucedió. ¿Y ahora qué pasa, eh?

Nada. Piloto automático, y a vivir. Esperando que llegue el día, en que nos volvamos a adaptar, y pisemos el acelerador.

martes, 13 de julio de 2010

siempre la chiqui dando la nota..

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1284275

martes, 6 de julio de 2010

Elaboración participativa de la ley de medios

La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual estableció un Procedimiento de Elaboración Participativa de Normas con motivo de la reglamentación de la Ley Nº 26.522, de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Las personas y entidades interesadas podrán expresar sus opiniones y propuestas, por el plazo de 15 días hábiles a partir del 30 de junio. Las opiniones deberán ser ingresadas en el sitio del organismo: www.afsca.gob.ar
Previa registración de los datos personales, se podrá por este medio ingresar en línea sugerencias sobre cada uno de los artículos que componen el texto legal.
Una vez vencido el plazo abierto a la participación, se sistematizarán todos los aportes recibidos a fin de que el Directorio de la Autoridad de Aplicación apruebe la redacción definitiva del Decreto Reglamentario.

domingo, 20 de junio de 2010

matrimonio entre católicos

Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos.
Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo. El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.
Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, o la defensa a ultranza de sus ministros pederastas o de sus arzobispos perseguidos por delitos económicos, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres,
como la exhibición pública de imágenes de torturados, o las insinuaciones de zoofilia entre una mujer y un palomo, puedan incomodar a algunos. E incluso el que no hayan condenado su pasado
bañado en la sangre de víctimas a las que llamaban, según la época, infieles, herejes, rojos o liberales; o espolvoreado con las cenizas de científicos, curanderas (brujas) o simples enfermos mentales.
Pero todo eso no es razón suficiente para impedirles el ejercicio del matrimonio.
Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.
Tampoco debemos juzgarlos si creen que la mujer es inferior al hombre, e indigna, por ejemplo, de ejercer el magisterio dentro de su secta o iglesia. Y aunque eso violente un principio básico de cualquier constitución civilizada, no por ello debemos ser con ellos tan estrictos como ellos intentan ser con los demás.
Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.
Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos. Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”. Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que a los hijos de católicos, y al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad, los inscriben en su secta sin que hayan alcanzado la mayoría de edad, sin consultarles, y sin poder borrarse después, violentando la Ley de Protección de Datos, con el fin de obtener beneficios fiscales de difícil justificación, ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.
Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres. En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción. Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.


Me hicieron llegar este fragmento, que creo expresa una postura frente al tema en discusión actualmente, en torno al matrimonio homosexual, con un tono claramente irónico, dando vuelta la tortilla. Después de reirme un poco, decidí compartirlo, aunque ya debe estar circulando por ahí!

domingo, 6 de junio de 2010

tiempo al tiempo

El tiempo es veloz , tu vida escencial
tu cuerpo en mis brazos me ayuda a
estar contigo
quizas nadie entienda
vos me tratas como si fuera algo mas
que un ser

Te acuerdas de ayer , era tan normal
la vida era vida y el amar no era paz
que extraño
ahora me siento diferente
pienso que todavia me quedan tantas cosas
por dar

No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar

Perdoname amor por tanto hablar
es que quiero ayudar al mundo a cambiar
que loco
si realmente se pudiera
y todo el mundo se pusiera alguna vez
a realizar

No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar.

Quise poner la versión de Mercedes Sosa que me llega al alma, pero no me anda bien nada.

martes, 11 de mayo de 2010

del nexo

Le grité un par de sinsentidos que en aquél momento me parecieron coherentes y juré que ese era el último día en que escucharía de mí. Al instante, me encontraba sollozando, sin entender qué había pasado, sólo con la sensación de querer volver el ti empo atrás, materializarme tan sólo cinco minutos antes, cuando debiera haber puesto freno a mi impulso..pero ya era tarde.

Un perdón, tan sentido como de costumbre, no se hizo esperar. Auténtico, desinteresado, como esas pocas disculpas que alguna vez damos, eran siempre así para mí. Al fin y al cabo, creía que era una capacidad de la que pocos seres humanos estamos dotados: perdonar y saber pedir perdón. Sin embargo, recién ahora me percato que en verdad, él era superior, que mi capacidad de pedir perdón era una ínfima parte de lo que él podía dar.

Temerosa a sufrir, a las lágrimas amargas, al amor, así era yo; él, gallardía a flor de piel, prometió no soltarme jamás la mano. Tan fuerte me agarré, que dejé de ser aquello de lo que el valiente caballero se había enamorado. Sólo me interesaba mantener la presión en aquellas dos extremidades, sin darme cuenta de que poco a poco lo que verdaderamente nos mantenía unidos, se iba debilitando día tras día.

Desgastante fue presionar mano contra mano durante días, hasta descubrir el modo correcto de canalizar la energía. Era correcto que ellas deberían estar piel con piel, unidas. Sin embargo, pasó bastante tiempo hasta que me di cuenta de que aquella condición era una mera consecuencia, cuya causa me maravilló por su simpleza: el vínculo.

A veces me pregunto, si será que estoy demasiado influida por la teoría general de las obligaciones. En caso de ser así, pido perdón al lector (para no faltar a mi costumbre), pero sostengo una vez más en la importancia de este elemento sin igual: el vínculo como atadura, no jurídica, sino emocional. Como un nexo que presenta poderes de un sujeto hacia el otro, inquebrantable, sin el cual, no hay relación obligacional ni, valga la redundancia, amorosa.

He leido también, que este elemento curioso de las relaciones, puede darse por acción o por excepción. Me parece grandilocuente decir que la vida me ha enseñado algo, con mis pequeños veinte años, pero sí puedo afirmar que el rubio caballero de quien les hablo, se encargó siempre de mostrarme la utilidad de tomar las riendas de la situación.

Es por eso, que hoy elijo que mi vínculo se base en la acción, pero no cualquiera, sino la positiva. Aquella que construye, y no que espera sentada a que las cosas pasen, porque por más miedos que tenga, creo hoy que el mayor es que él pase de largo. Y no estoy dispuesta a permitirlo.

en blanco y negro