lunes, 9 de marzo de 2009

esto del soñar

ilusión.

(Del lat. illusĭo, -ōnis).

1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.

2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

4. f. Ret. Ironía viva y picante.


¿Por qué nos ilusionamos? Particularmente, me considero una artesana en el oficio de la ilusión, y creo que me quedo corta. Maquino, me doy manija, divago, sueño. Ojo, no me quejo. Me encanta. Me divierte. Me emociona.


Algunas veces, siento que soy una nena de cinco años que acaba de sacarle las rueditas a la bici y está aprendiendo a andar. Sin embargo, otras tantas siento que soy una conductora de fórmula uno. Salvando las distancias, mi persona es un claro ejemplo de la mentalidad de dichos conductores. Me explico: manejo poniendo quinta a fondo. Pero eso no es todo, la pista es totalmente desconocida, llena de accidentes y, a ciegas, se complica. Si no fuera porque cuento con un buen copiloto que me indica el camino, sin lugar a dudas, hace rato me habría estrolado contra un árbol.


Traducción. Todos necesitamos de un amigo de fierro que nos guíe cual gps para no dejarnos llevar.

Conocemos a alguien. Proyectamos. Soñamos. Nos potenciamos. Imaginamos el próximo fin de semana largo juntos: calculamos los días que hay que pedir en el trabajo, cómo no ausentarse a los parciales, hacemos hincapié en el clima y dudamos entre las sierras cordobesas o la costa atlántica. El pasaje del otoño al invierno. Los domingos de lluvia viendo fútbol de primera juntos. La primavera. La alergia (anagrama: alegría) compartida. Después, las fiestas. Las vacaciones de verano. La presentación formal a la familia. El otoño que llega nuevamente. El primer año juntos.


Páfate. Onomatopeya. Nos acaban de bajar de un hondazo. Y agradecemos. Y nos sentimos un poco culpables, por habernos dejado llevar. También, ¿por qué no? bastante infantiles. Nos enojamos. Con nosotros mismos. Con aquél que nos ayudó a construir la ilusión. Y nos desquitamos con él o ella, inmerecidamente.


¿Y ahora qué pasa, eh? Nos alejamos. Sin explicaciones. Silencio. Distancia. Por favor, no molestar.

¿En el fondo? Nos sentimos tristes, solos. Extrañamos la ilusión. El soñar de a dos. El abrazo todas las noches antes de acostarse. El lugarcito ese que nos habían guardado a la izquierda. Volvemos a enojarnos, pero ahora con nosotros mismos. Nos arrepentimos. Concluimos que tal vez el miedo nos cegó. ¡Qué julepe da soñar!


Entonces, como seres humanos racionales y centrados que somos, decidimos dejar de hacerlo. Obviamente, para no desilusionarnos (valga la redundancia) cuando nuestras ilusiones no lleguen a buen puerto. Adoptamos un corazón coraza que nos ayuda a autopreservarnos.


Pero… era lindo tener esa cuota de esperanza con nosotros ¿no? Entonces, simplemente, más allá de las advertencias de nuestros respectivos copilotos, lamentablemente (o no) volvemos al lugar exacto en donde comenzamos. Total, el golpe de la caída tal vez no duela tanto. Total, tal vez se cumpla alguna ilusión. Total, un copiloto de fierro nunca nos va a abandonar en la mitad de la pista.

4 comentarios:

  1. Amiga invisible, como estas ? Leo todo lo que vas escribiendo en tu blog cada vez que me lo pasas. Me gusta como escribis, pero te falta un cachito. Jajaja, bueno vos tenes mas lectura que yo eso esta claro, pero va sera mi forma de escribir que yo pondria las cosas de otra manera, pero igual me gusta mucho, de verdad te lo digo. Bueno corazón, queria dejarte un comentario en esto del soñar, un beso grande y dale para adelante.

    ResponderEliminar
  2. Ironia viva y picante.
    nunca habia leido tan acertado significado de la vida!

    creo q a medida que crecemos, vamos acumulando moretones contra el suelo. algunos en los que caimos despacito, con cuidado, con proteccion. pero otros....caida libre, diria el indio!!!
    pero bueno, nos levantamos, nos sacudimos las manos, nos limpiamos la cara de esa sangre q empieza a correr por la pera pelada..y si, se nos rompio el pantalon. obvio, no iba a salir gratis!. pero a seguir amiga!, con la sonrisa en el ojal...

    ResponderEliminar
  3. Yo me ilusiono bastante seguido.
    Pero muchas veces solo, trato de no meter a otros en mis ilusiones.
    Aunque concuerdo en eso de que todos tenemos un amigo GPS. Al mio le faltan pilas, pero grosso igual.

    Te dejo un abrazo, chaito!

    ResponderEliminar
  4. muy acertado. a mi me sucede lo mismo. siempre es placentero leer cosas asi.

    ResponderEliminar

estamos para ayudarlo, su opinión nos importa.

en blanco y negro