martes, 24 de marzo de 2009

nocturno

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.

Oliverio Girondo.

sábado, 21 de marzo de 2009

bajonero bis


- ¿Quién es?
- El Gran Bonete

Así era todos los días, cada vez que pasabas por casa. Me acostumbré tanto a verte bajar del Fiat Rojo con las bolsas en la mano, que no puedo hacer más que extrañarte. Algunas tardes, cuando el reloj marca las 4, todavía me asomo a la calle, esperando tal vez que, por lo menos una vez más, me toques el timbre. Venías cargado de hacer las compras de Norte (donde ya eras un habitué) y yo ya sabía qué iba a encontrar cuando las abriera. Sin embargo, te miraba como el primer día y sonreía asombrada, aunque asumiendo que las galletitas de agua, las vainillas y algunas botellas de Coca Cola eran parte del combo. Guardaba todo en la alacena y te agradecía. Me preguntabas si estaba bien lo que nos habías traído, a lo que yo te respondía que era más que suficiente. No podías irte, sin que antes me dieras el ejemplar diario de La Nación. Eso era lo que más me gustaba de todo. Leíamos juntos la última página, la de chistes –yo todavía prefería no adentrarme en el mundo de las noticias- y la carcajada era instantánea cuando nos dábamos cuenta que una vez más Liniers había hecho de Macanudo una tira abúlica. Desde que no estás conmigo, las cosas cambiaron un poco. No sólo ahora entiendo y me deleito con Liniers sino que también descubrí que quizás vos sí siempre supiste encontrar la gracia en esas historias, pero no lo exteriorizabas sólo para acompañarme en mi indignación. ¿Te cuento algo más? Puede que suene a paradoja el hecho de que algunas veces, por motus propio, me baje una parada antes del colectivo para comprar La Nación. Cualquiera se daría cuenta que no es más que otro intento fallido de estar un poquito más cerca tuyo y revivirte un poco, así como ahora, mientras te escribo, Gardel me acompaña. ¡Las veces que me habrás contado cómo papá, de chiquito, te los rompió sin piedad y se armó la gorda!

¿Sabés qué era lo que más me gustaba? Los domingos. Era llegar y empezar a jugar. No salí timbera por gracia y obra divina, así que hacete cargo. Estoy sentada en la mesa de tu cocina, vos estás repartiendo las cartas del burrito, el dorso verde clarito.. ¡cómo se pegaban!.. también, tenían más años que la injusticia. Me dejaste ganar, y no me gusta nada, así que toca la casita robada. Vamos 1 a 1 y toca la escoba de 15. Papá dice que es hora de irnos. Me pedís que te acompañe al living. ¡Qué frío que hace! Le damos cuerda al reloj ese que tanto me gusta, me enseñás cómo se maneja y agarramos del bargueño la caja roja con chocolates de toda clase y tipo. Le decimos a papá que una mano más y terminamos. Mientras, él habla con la abuela de cine o de las últimas noticias de actualidad, pero yo no los escucho, y no me importa. Es un leve murmullo, yo estoy concentrada. Canto la falta envido, y esta vez gano yo. Te doy un beso, me decís que le dé un beso a la abuela y que no me olvide el diario. Yo, orgullosa de que me encargues llevarme la bolsa, me despido, pero sólo hasta la noche, cuando me llamás para desearme las buenas noches, preguntarme qué estamos haciendo y mandarme un beso de la abuela y, sobretodo, tuyo.

Momento, me dejé llevar. ¡Cataplum! Caigo en la realidad y duele: hace 7 meses que te fuiste, y se siente; lo siento. Sábado 21 de marzo, empieza el otoño y cumple años papá. En un ratito llegan las tías y la abuela, pero vos no estás. La cabecera de la mesa está vacía, como yo sin vos y no puedo dejar que nadie ocupe ese lugar, así que yo lo hago. Me siento ahí, como vos lo hacías y contemplo a todos. Lejos estoy de sentirme plena, levanto la copa de mero compromiso y brindo con los demás, sonriendo como si nada pasara. Al fin y al cabo, eso es lo que hacen todos. A veces dudo si será cuestión de los Ruz, si todos son así o si es que yo soy demasiado sensible. Me inclino por la tercera hipótesis y lo corroboro: es que te quiero tanto.

Cuanto más tengo para decirte, menos me salen las palabras. ¡Tengo tanto que contarte! Terminé ya 6to año y me anoté en 2 carreras, estoy haciendo Derecho e Historia, quiero ser jueza (“bochito” me decías). Sé que para vos Perón es el culpable de todos los males. No comparto, pero te prometo que voy a hacer lo que esté a mi alcance para que las generaciones siguientes tengan algo más que las nanas de la cebolla que tan lindo canta Serrat.

Loca linda. Así me dicen algunos, así que hacete cargo de esto también, vos eras el chiflado de la familia de quien heredé semejante carácter… ¿no te enojás si te hecho la culpa, no? Dicen que los locos mueven el mundo, todavía no lo sé. De lo que estoy segura, es de que vos moviste el mío, ¡y de qué manera!

Es irónico considerar todo lo que sos para mí, teniendo en cuenta que desde que te fuiste de la calle Melincué no te volví a ver. Probablemente, pequé de egoísta habiendo tomado tal decisión, pero estoy libre de culpas. No sé qué habrías querido vos. Preguntabas por mí, me mandabas saludos. Se te escuchaba medio cascarrabias (siempre lo fuiste), sólo estabas cansado y echabas a todos para irte a dormir. Disculpame si no tuve la fuerza que todos siempre ven en mí. ¿Un secreto? Dudo que la tenga. Si bien todos la ven en mí, no sé si existe. Pero que quede entre nosotros. No habría tolerado verte así, no estaba en mis planes y creo que tampoco en los tuyos. Y si de planes hablamos, siempre estabas tan apurado porque te diera nietos. Noticia: sigo sin novio, así que no te hagas ilusiones, no está en mis planes por el momento. La que sí anda noviando es Flor, o algo parecido, no sabés qué grande que está. No te creas que sos el único con favoritismos. Así como yo fui tu nieta preferida, yo tenía devoción por vos. “Cabeza dura como tu abuelo”, me dicen… y yo sonrío orgullosa por tener algo de vos en mí.

Como mujer y, sobretodo como ser humano, me considero un ente racional. ¿Qué quiero decir con esto? Sé que no estabas bien. Sé que era lo mejor para vos. Sé que no podías seguir así. Sólo que no lo acepto. Me niego a creerlo. Nuevamente, caigo en egoísmo. ¿De dónde viene mi afán por retenerte? Vos lo sabés mejor que yo. Sino, fijate nomás. Cómo me mirabas, la forma en que los ojos te brillaban cuando yo me veía reflejada en ellos. Tus abrazos. Tu manera de acercarte a mí, torpemente y con mimos bruscos, pero que yo siempre estaba dispuesta a recibir. Hay amores que matan, ¿no te parece?

Se supone que esta debiera ser una despedida, pero cual película yankee te digo que no soy buena para ellas. Debe ser por eso que me cuesta tanto ponerle fin a estas palabras, tanto como me cuesta dejar de pensar que mañana, cuando sean las 6 de la tarde, no voy a poder jugar con vos. Nunca pude volver a tu casa, pero retengo cada detalle en mi memoria, y eso que no tengo mucha.

Fotos, fotos y más fotos. Hasta el hartazgo. Vos, papá y vos, la abuela y vos. Vos y yo. Bailando en el living al ritmo de no sé qué vinilo del año de la escarapela. ¡Si hasta mi oso Alberto llevaba tu nombre!

No siento que nos hayan quedado cosas pendientes, pero sí cosas que vivir y compartir juntos. Eso es lo que me duele. ¿Será por culpa de mi imaginación? Vivo con los ojos puestos en el futuro. Soñé tantas veces con graduarme, formar una familia, pero esos son detalles. Lo importante, es que no estaba sola, vos estabas ahí. Yo, sentía lo que vos, y me llenaba de orgullo haberte podido devolver aunque sea un pedacito de lo que vos me diste. Sabés que nunca me gustó la cursilería, pero permitime tomarme una licencia y decirte que te adoro.

martes, 17 de marzo de 2009

dígale no a la naturalización

Estado. En uno de mis tantos intentos por encontrar una definición que ameritara quedar plasmada para la posterioridad (bah, ni tanto), me topé con Godelier. Antropólogo de corte marxista, hace hincapié en los procesos endógenos de formación del Estado. Más precisamente, en la diferenciación de una parte de la sociedad (generalmente una minoría -chocolate por la noticia-) que "dominará" al resto.

Siempre y cuando determinadas condiciones históricas lo posibiliten, como ser la acumulación de un excedente y la posterior apropiación del mismo en manos de dicha minoría, ineludiblemente tendrá lugar un proceso de estratificación social.

Ahora bien, ¿de dónde proviene la legitimidad? Puntualmente, ¿existe tal? ¿o es acaso que los dominadores dominan a los dominados (valga la redundancia) sin ton ni son?

Pareciera que tal legitimidad existe y no es un holograma. Es más, se comenta que estaría dada por una relación móvil entre dos elementos: la violencia y el consentimiento. Ambos, serían necesarios y no excluyentes. Es decir, se retroalimentarían en un proceso endógeno de dominación.

¡Virgen de Itatí! Lapsus. Imposible pensar en religión sin acordarme de ella. Ya Weber en "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" la estudia como una de las tantas esferas de desarrollo del hombre en sociedad (zoon politikon, gracias Aristóteles) que intervendrá en el desarrollo de un tipo de producción que luego concluirá en las relaciones sociales de producción que corresponden al modelo capitalista.

Uf! ¿A dónde iba? Ah, sí! Godelier sostiene que lo ideal de la religión legitima el sistema imperante (bah, lo legitimó en las sociedades arcaicas). Como ejemplo, toma a los incas: la autoridad de El Inca era tal por ser él mismo hijo del sol. Sin embargo, su dominación no podría haber tenido tal alcance si careciera de un pasaje al plano real, una materialización de su poderío (me diante la construcción de puentes, caminos, etc).

Yendo al grano: intentemos trasladar entonces esta teoría al plano actual.

Creo que sigue manteniéndose, aunque con algunas diferencias, sobre las cuales no pretendo detenerme (al menos no en este momento). Donde sí paro el vehículo al costado de la ruta y prendo las valizas es en torno a la LEGITIMIDAD.

No sé ustedes, pero desde que tengo memoria vivo en el sistema del estado moderno capitalista. ¿Quién puede negar que forma parte de ella? Si bien éste es lo suficientemente "poderoso" como para autorregularse y mantenerse en funcionamiento, todos estamos en ella.

Acá, me detengo en tres cuestiones, a saber:

1. La sociedad actual, ¿legitima el sistema de alguna forma? ¿Es conciente de lo que formamos parte? ¿Cuántos saben en lo que estamos inmersos? ¿Cuántas personas realmente pueden de hecho ser realmente capaces de tomar distancia y analizarlo críticamente?

2. ¿Es válida la aceptación por mera imposición?

3. ¿No es acaso la naturalización otra manera de legitimar pasivamente?

domingo, 15 de marzo de 2009

domingo dominguero

La pomeña

Eulogia tapia en la poma
Al aire da su ternura
Si pasa sobre la arena
Y va pisando la luna

El trigo que va cortando
Madura por su cintura
Mirando flores de alfalfa
Sus ojos negros se azulan.

El sauce de tu casa
Esta llorando
Porque te roban eulogia
Carnavaleando.

La cara se le enharina
La sombra se le enarena
Cantando y desencantando
Se le entreveran las penas.

Viene en un caballo blanco
La caja en sus manos tiembla
Y cuando se hunde la noche
Es una dalia morena.

Gustavo Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla

lunes, 9 de marzo de 2009

esto del soñar

ilusión.

(Del lat. illusĭo, -ōnis).

1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.

2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

4. f. Ret. Ironía viva y picante.


¿Por qué nos ilusionamos? Particularmente, me considero una artesana en el oficio de la ilusión, y creo que me quedo corta. Maquino, me doy manija, divago, sueño. Ojo, no me quejo. Me encanta. Me divierte. Me emociona.


Algunas veces, siento que soy una nena de cinco años que acaba de sacarle las rueditas a la bici y está aprendiendo a andar. Sin embargo, otras tantas siento que soy una conductora de fórmula uno. Salvando las distancias, mi persona es un claro ejemplo de la mentalidad de dichos conductores. Me explico: manejo poniendo quinta a fondo. Pero eso no es todo, la pista es totalmente desconocida, llena de accidentes y, a ciegas, se complica. Si no fuera porque cuento con un buen copiloto que me indica el camino, sin lugar a dudas, hace rato me habría estrolado contra un árbol.


Traducción. Todos necesitamos de un amigo de fierro que nos guíe cual gps para no dejarnos llevar.

Conocemos a alguien. Proyectamos. Soñamos. Nos potenciamos. Imaginamos el próximo fin de semana largo juntos: calculamos los días que hay que pedir en el trabajo, cómo no ausentarse a los parciales, hacemos hincapié en el clima y dudamos entre las sierras cordobesas o la costa atlántica. El pasaje del otoño al invierno. Los domingos de lluvia viendo fútbol de primera juntos. La primavera. La alergia (anagrama: alegría) compartida. Después, las fiestas. Las vacaciones de verano. La presentación formal a la familia. El otoño que llega nuevamente. El primer año juntos.


Páfate. Onomatopeya. Nos acaban de bajar de un hondazo. Y agradecemos. Y nos sentimos un poco culpables, por habernos dejado llevar. También, ¿por qué no? bastante infantiles. Nos enojamos. Con nosotros mismos. Con aquél que nos ayudó a construir la ilusión. Y nos desquitamos con él o ella, inmerecidamente.


¿Y ahora qué pasa, eh? Nos alejamos. Sin explicaciones. Silencio. Distancia. Por favor, no molestar.

¿En el fondo? Nos sentimos tristes, solos. Extrañamos la ilusión. El soñar de a dos. El abrazo todas las noches antes de acostarse. El lugarcito ese que nos habían guardado a la izquierda. Volvemos a enojarnos, pero ahora con nosotros mismos. Nos arrepentimos. Concluimos que tal vez el miedo nos cegó. ¡Qué julepe da soñar!


Entonces, como seres humanos racionales y centrados que somos, decidimos dejar de hacerlo. Obviamente, para no desilusionarnos (valga la redundancia) cuando nuestras ilusiones no lleguen a buen puerto. Adoptamos un corazón coraza que nos ayuda a autopreservarnos.


Pero… era lindo tener esa cuota de esperanza con nosotros ¿no? Entonces, simplemente, más allá de las advertencias de nuestros respectivos copilotos, lamentablemente (o no) volvemos al lugar exacto en donde comenzamos. Total, el golpe de la caída tal vez no duela tanto. Total, tal vez se cumpla alguna ilusión. Total, un copiloto de fierro nunca nos va a abandonar en la mitad de la pista.

martes, 3 de marzo de 2009

paris je t'aime

"Our spring was wonderful but summer is over now and we missed out on autumn... our love fell asleep, and the snow took it by surprise."

lunes, 2 de marzo de 2009

ouch

Alan: cuando estoy bajón, miro los videos de Capusotto, siempre me hacen reír..

descalza camina: mmm.. no serás medio emo?

Alan: y vos medio flogger?

descalza camina: por favor!...blogger tal vez…. pero estoy iniciándome

Alan: blogger de los que tienen algo que decir? o de los que dicen boludeces?

descalza camina: más respeto! todavía no te diste cuenta que sólo digo boludeces?

Alan: yo tenía una amiga blogger..

descalza camina: y ella tenía algo para decir?

Alan: sí, escribía sobre religiones, estaba bueno

descalza camina: ah… (cara del gato de Shrek 2) es una cosa increíble el mundo blogger

Alan: sí, hay cosas muy buenas!

descalza camina: bueno, pucha..tampoco menosprecies a los que no tenemos nada para decir!..


(hoy jugué al Life por primera vez y me decepcionó muchísimo! No tiene sentido! O no lo entiendo.. Monopoly rules!)

Me agarró un ataque nostálgico y escucho una y otra vez Peter Frampton, “Baby I love your way”, qué le vamo’ a hacé’!! “Te pasa…” diría un amigo..

en blanco y negro