martes, 17 de marzo de 2009

dígale no a la naturalización

Estado. En uno de mis tantos intentos por encontrar una definición que ameritara quedar plasmada para la posterioridad (bah, ni tanto), me topé con Godelier. Antropólogo de corte marxista, hace hincapié en los procesos endógenos de formación del Estado. Más precisamente, en la diferenciación de una parte de la sociedad (generalmente una minoría -chocolate por la noticia-) que "dominará" al resto.

Siempre y cuando determinadas condiciones históricas lo posibiliten, como ser la acumulación de un excedente y la posterior apropiación del mismo en manos de dicha minoría, ineludiblemente tendrá lugar un proceso de estratificación social.

Ahora bien, ¿de dónde proviene la legitimidad? Puntualmente, ¿existe tal? ¿o es acaso que los dominadores dominan a los dominados (valga la redundancia) sin ton ni son?

Pareciera que tal legitimidad existe y no es un holograma. Es más, se comenta que estaría dada por una relación móvil entre dos elementos: la violencia y el consentimiento. Ambos, serían necesarios y no excluyentes. Es decir, se retroalimentarían en un proceso endógeno de dominación.

¡Virgen de Itatí! Lapsus. Imposible pensar en religión sin acordarme de ella. Ya Weber en "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" la estudia como una de las tantas esferas de desarrollo del hombre en sociedad (zoon politikon, gracias Aristóteles) que intervendrá en el desarrollo de un tipo de producción que luego concluirá en las relaciones sociales de producción que corresponden al modelo capitalista.

Uf! ¿A dónde iba? Ah, sí! Godelier sostiene que lo ideal de la religión legitima el sistema imperante (bah, lo legitimó en las sociedades arcaicas). Como ejemplo, toma a los incas: la autoridad de El Inca era tal por ser él mismo hijo del sol. Sin embargo, su dominación no podría haber tenido tal alcance si careciera de un pasaje al plano real, una materialización de su poderío (me diante la construcción de puentes, caminos, etc).

Yendo al grano: intentemos trasladar entonces esta teoría al plano actual.

Creo que sigue manteniéndose, aunque con algunas diferencias, sobre las cuales no pretendo detenerme (al menos no en este momento). Donde sí paro el vehículo al costado de la ruta y prendo las valizas es en torno a la LEGITIMIDAD.

No sé ustedes, pero desde que tengo memoria vivo en el sistema del estado moderno capitalista. ¿Quién puede negar que forma parte de ella? Si bien éste es lo suficientemente "poderoso" como para autorregularse y mantenerse en funcionamiento, todos estamos en ella.

Acá, me detengo en tres cuestiones, a saber:

1. La sociedad actual, ¿legitima el sistema de alguna forma? ¿Es conciente de lo que formamos parte? ¿Cuántos saben en lo que estamos inmersos? ¿Cuántas personas realmente pueden de hecho ser realmente capaces de tomar distancia y analizarlo críticamente?

2. ¿Es válida la aceptación por mera imposición?

3. ¿No es acaso la naturalización otra manera de legitimar pasivamente?

2 comentarios:

  1. mi opinión sobre las tres cuestiones:
    1: muy pocos
    2: no
    3: desde luego
    Muy interesante. Saludos

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  2. Muy interesante lo que escribiste.

    En mi opinón personal (sino no sería mi opinión, claro)definitivimante se legitima el sistema de muchas formas. Algunos (esa "minoría") muy concientemente porque el sistema los beneficia, y otros (la mayoría que sostiene los planes de la minoría) porque no conocen otra cosa y su vida fue armada, por decirlo de alguna manera, para que no lo piensen, porque no tienen tiempo, ganas ni fuerza, su mente está ocupada en alcanzar su salario mínimo y mirar a Rial y a Tinelli. Teniendo plena conciencia del asunto y una base de conocimientos, sigue siendo dificil tomar distancia de lo que formamos parte. A pesar de esto, no creo que sea válida la aceptación por imposición pero definitivamente la naturalización es una forma de legitimar el orden en cuestión.

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